"Podríamos ser pareja, novios, amigos, hermanos. Nos queremos porque sentimos que nos conocemos...como de toda la vida. Porque no necesito que hables para entenderte. Porque no necesito que me pidas perdón, porque te entiendo y te siento".
Esta clase de sentimiento, que, probablemente hemos sentido todos, es una experiencia reveladora. Al igual que EL SOL, nos ilumina con su calor. Nos trae la verdad (nuestra verdad) y nos confronta con nuestros deseos.
Es un amor sin tiempo, porque el escenario en el cual transcurre este arcano, es toda una vida. Estos dos seres están en un espacio que es su propio ser. Podría ser el paisaje mítico del Jardín del Edén.
El Jardín del Edén, como ese lugar al que todos querríamos llegar, o volver, donde no necesitamos nada, ni siquiera palabras para entendermos, porque allí, en ese espacio protegido e iluminado, ya lo sabemos todo.
Dos personas que se quieren con EL SOL pueden no ser un amor para toda la vida. Pueden tal vez, compartir la intensidad de su amistad cuando alguno de los dos lo necesite.
Pueden, inclusive, no reconcer la intensidad de su presencia, intentar retroceder hacia paisajes más oscuros....nutrirse de ellos.
Nos dice Raquell Pollack en "Los setenta y ocho grados de sabiduría del tarot", pagina 179, Ediciones Urano.
"Es interesante que Apolo, dios de la luz, hubiera nacido de Leto, la diosa de la noche, y que su principal santurio, el oráculo de Delfos, perteneciera originalmente a diosas de la oscuridad. Incluso bajo la dirección de Apolo, la sabiduría y la luz del oráculo operaban a partir de la oscuridad. Fue Apolo, quien obligó a Edipo a descubrir el misterio que llevaba dentro de sí".
No es casual entonces que, en el tarot, el Arcano XlX, EL SOL, lo encontremos después del Arcano XVIII, LA LUNA. Tal vez es necesario que el veneno del alacrán (en la versión del tarot egipcio) nos despierte de un letargo de cavilaciones y nos cambie de escena.
Lo maravilloso del Sol es que de él nos podemos ocultar, al menos por un tiempo, pero nadie puede negar su existencia.
No obstante, no todo es salud bajo su protección, también su intensidad puede quemarnos y herirnos de gravedad.
¿Qué hace que el SOL en nuestras vidas exista como un acto liberador o como un obstáculo, como nuestro castigo?
Sólo el trabajo intenso y continuo de interacción con nuestro inconsciente (con nuestra LUNA), que para algunos será a través del psicoanálisis, o para otros será luego de un largo y solitario camino espiritual.... nos hará valorar la claridad de nuestra verdad (1), sin que esta verdad nos deje ciegos para siempre como a Edipo, en la tragedia de Sófocles.
Sentir, es una sensación que pertenece al espacio corporal, y sólo sintiendo, en el cuerpo, podemos dar cuenta del sentido de nuestra vida.
Entonces reconcer ese Sol en el otro, y en nosotros, nos constituye y nos reconstruye permanentemente como seres deseantes, y hablantes.
O sea, dicho de otra manera: primero percibimos el Sol, luego lo sentimos, luego somos sujetos que podemos decir algo acerca de nuestros vínculos y de quienes somos allí, y, finalmente y en el mejor de los casos, de nosotros mismos.
(1) Una verdad subjetiva, claro, una verdad de puros deseos, pero también, de renunciamientos necesarios a la que no se llega sin cierto sufrimiento.
maría
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